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Charas: el “oro negro” de los Himalayas

Dicen las leyendas indias que el charas es tan bueno que hasta el mismísimo dios Shiva lo fumaba cuando se retiraba a meditar a las montañas. El charas – que significa hachís extraído a mano– es uno de los mayores tesoros de los Himalayas. Se elabora a partir de las descomunales sativas que crecen en los montes y montañas de esta cordillera a su paso por la península del Indostán. 


Este costo no se elabora como la mayoría de chocolates tradicionales – como el que procede de Marruecos y que se extrae percutiendo la marihuana contra un tamiz – sino que es resina pura y pegajosa, extraída de la planta mientras todavía está viva y en pie, para después ser compactada y moldeada en coquetas posturas negras y gomosas. Casi no tiene impurezas, pero elaborarlo no es fácil.


Para ello, los recolectores se enfundan trajes de cuero y se adentran en las extensas plantaciones regadas por los ríos que bajan de los glaciares, mientras se frotan incansablemente contra las plantas y presionan los cogollos con maña milenaria para extraer su esencia.


Su consigna es “¡Que la resina no se mezcle con nada!” – y son muy escrupulosos: nada de materia vegetal – para conseguir una melaza ambarina y parduzca perfecta que una vez amasada se convertirá en uno de los mejores chocolates del mundo. Cuando cae el sol, se quitan la resina del cuerpo y el cuero para formar pequeñas bolas o barritas de solo 10 gramos, o menos – las llamadas “tolas”–.



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La pureza del charas junto a su naturaleza sativa, le convierten en una auténtica “delicatessen psicoactiva” que produce efectos trascendentales y ligeramente eufóricos, y si es de la mejor clase, un efecto de ampliación de los sentidos y comunión con el entorno. No es de extrañar que muchos yoguis o ascetas hindúes lleven casi como único equipaje un par de tolas de charas y la pipa de cerámica que se utiliza tradicionalmente para fumarlo, el chillum, con la esperanza de que les introduzca en otros planos de consciencia o les ayude a mejorar su concentración durante sus severas sesiones de meditación.


Aunque no todo son buenas noticias: es bastante difícil encontrar charas en las calles de las ciudades occidentales. Si te lanzas y quieres elaborar el tuyo propio – y aspiras que se parezca al de verdad – tendrás que ingeniártelas para crear un entorno parecido al de los Himalayas. Será difícil, pero si lo consigues, fumarás uno de los mejores hachíses del mundo. Por no decir el mejor.



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