Noticias

Compartir en Facebook Compartir en Twiter Compartir en Menéame Compartir en Linkedin Suscribirse a nuestra RSS

El lobby de la marihuana

Un grupo de organizaciones está derrumbando el mapa de la prohibición en EEUU


Keith Stroup tiene la sensación de haber vivido ya este momento. En 1972, dos años después de fundar con 5.000 dólares donados por la Fundación Playboy el primer lobby dedicado a defender la legalización de la marihuana en EEUU, una comisión gubernamental constituida por encargo del presidente Nixon recomendó la despenalización. Once estados lo hicieron antes del final de la década y Carter llevó incluso la propuesta al Congreso. «Creíamos que estaba hecho, el próximo paso iba a ser la legalización. No éramos conscientes de lo rápido que puede cambiar la opinión pública», dice Stroup desde un despacho decorado con portadas de High Times, la revista sobre marihuana más conocida del mundo, y carteles de campañas reivindicativas.


Stroup ha cumplido 70 años, toda una vida de activismo al frente de la Organización Nacional para la Reforma de las Leyes de la Marihuana (Norml), el lobi que creó tras radicalizarse durante las protestas contra la guerra de Vietnam. Aquella generación de estadounidenses que asociaban la maría con la contracultura hippie y el desacato a la autoridad ha pasado a mejor vida. «Hemos vivido más que ellos. La hierba ya no tiene un estigma político», se felicita este abogado. Del 12% que apoyaba la legalización en 1970, se ha pasado al 58%, según las encuestas de Gallup.


LEGALIZACIÓN PROGRESIVA / En contraste con lo que sucede en Catalunya, donde la regulación de los clubs cannábicos se atasca por las divergencias entre Salut e Interior, la regulación en EEUU avanza a marchas forzadas. El mapa de la prohibición se derrumba. Colorado y Washington han legalizado la venta para uso lúdico; otros 20 estados y el Distrito de Columbia, la marihuana terapéutica, y 16 han descriminalizado la posesión de cannabis para consumo propio.


Para llegar hasta aquí ha sido fundamental el trabajo de un puñado de organizaciones que financian campañas políticas, tercian en la legislación y dirigen la estrategia en los estados que plantean cambios del marco legal. El lobi se ha ido profesionalizando con el tiempo. Sus nuevos soldados llevan traje y maletín. Y ya no hablan del placer de colocarse, sino de impuestos, regulaciones y disparidades raciales en la aplicación de la justicia.


Hay organizaciones como la Drug Policy Alliance, surgidas para combatir la desastrosa guerra contra las drogas. Entusiastas de la hierba como Norml o el Marijuana Policy Project. Y un tercer grupo con intereses directos en el monumental negocio que se atisba, como Americans For Safe Access, que representa a la industria de la marihuana médica. Entre todos han logrado que esta industria goce de un aura creciente de respetabilidad. «Muchos políticos empiezan a llamar a nuestras puertas. No solo nos han perdido el miedo, sino que se dan cuenta de que nuestro apoyo puede ayudar a sus carreras», dice Morgan Fox, portavoz del Marijuana Policy Project.


POLICÍA PARA DELITOS MÁS GRAVES / En tiempos de estrecheces económicas, dos son sus cartas ganadoras. «Cada vez más gente prefiere que sea el Gobierno el que regule y tase la marihuana en lugar de las mafias», dice Ethan Nadelmann, director de la Drug Policy Alliance, en cuyo patronato hay desde exjefes de policía a un expresidente de la Reserva Federal (Paul Volcker). «Y por otro lado, quieren que la policía dedique sus recursos a perseguir delitos más graves». Para ilustrarlo, un dato: 750.000 personas fueron detenidas en el 2012 por posesión de marihuana, es decir, un arresto cada 42 segundos.


Tradicionalmente, este ha sido un lobi financiado por unos pocos bolsillos. El especulador financiero George Soros es uno de ellos. En 1996 donó un millón de dólares a la campaña para legalizar la marihuana medicinal en California, el primer estado que lo hizo. En la lista le siguen fortunas como las de George Zimmer (Men’s Warehouse), Gail Zappa (exmujer y albacea de Frank Zappa), Anita Roddick (The Body Shop) o Sean Parker y Dustin Moskovitz (cofundadores de Facebook).


Pero nadie ha sido tan importante para este movimiento como Peter Lewis, el dueño de la aseguradora de coches Progressive. Hasta su fallecimiento, el año pasado, Norml calcula que se gastó entre 40 y 50 millones para acabar con la prohibición. «Su muerte es preocupante, pero los empresarios de la marihuana están en condiciones de financiar su liberación», dice Allen St Pierre, director de Norml.


El viejo Stroup ha aprendido a no cantar victoria antes de tiempo. «La clave está en mantener el apoyo de los no fumadores porque esta batalla no la ganaremos los amantes de la maría, sino los detractores de la prohibición», afirma.


">ElPeriodico