El mercado legal de la marihuana en Estados Unidos empieza a ser una fiesta de consumo y glamour. El mismo mercado en México es de persecución y cárcel.
Cheryl acude regularmente a fiestas en mansiones de la ciudad. Ofrece ahí sus variantes de canabis como menús de un buffet.
El Centro tiene 50 miembros Premium y 1,700 suscriptores “sociales”. Todos se benefician de una plantación de 64 acres, unas veinticinco hectáreas, donde Cheryl y su socio, Sam Humeid, el dueño del Centro, cultivan legalmente mariguana.
Shunan es una de las pequeñas celebridades traídas a la escena por la legalización de la marihuana en Estados Unidos, donde la yerba puede sembrarse y consumirse con “fines terapéuticos” en 22 estados (de 50). Sin restricción ninguna, puede producirse y venderse en otros cuatro: Alaska, Oregon, Washington y Colorado, así como en el Distrito de Columbia, que aloja a la ciudad de Washington.
En México seguimos persiguiendo draconianamente una yerba que ya es legal en el país que nos obligó a perseguirla.
En 2014, la Asamblea del DF fracasó en su intento de despenalizar el consumo en la ciudad. En 2013, fueron encarceladas en la misma ciudad cerca de tres mil personas por portación de marihuana.
Un año antes, en 2012, había 29 mil presos federales por delitos contra la salud. De ellos, 17 mil por marihuana.
Las reinas de la cannabis mexicana o están siendo perseguidas o están presas.
Por Héctor Aguilar Camín