Más allá de ideologías, de orientaciones políticas, o de circunstancias culturales, la llamada “guerra contra las drogas”, resulta hoy estadísticamente indefendible. Los nefastos resultados obtenidos luego de décadas de haber iniciado, y tras invertir miles de millones de dólares en esta lucha, los números son tajantes: el mercado negro de sustancias es hoy más poderoso que nunca, los índices de consumo no solo no han disminuido, sino que hoy existen más consumidores que nunca en la historia, y los daños colaterales de esta campaña mundial son múltiples: miles de personas encarceladas, países sumergidos en violencia, instituciones financieras coludidas con la mafia, etc.
Pero
independientemente de enfatizar en estas cifras, de revisarlas una vez
más y de indignarnos por una política ineficiente y altamente costosa,
existen, un paso más allá, casos aún aislados de países o entidades que
han decidido aventurarse y experimentar con la legalización. El caso de
Colorado, en Estados Unidos, se une a los referentes anteriores, por
ejemplo el caso de Portugal, y a un año de haberse puesto en marcha la
legalización de la marihuana, tanto medicinal como recreativa, la
experiencia comienza a arrojar data digna de considerarse.
Para
analizar las consecuencias de esta medida en Colorado, si tomásemos
como muestra el pasado mes de marzo, comprobaríamos que tan solo en el
mercado de cannabis para
fines recreativos, se generaron ventas por 19 millones de dólares, de
los cuales, el 10% (1.9 millones) corresponden a impuestos, es decir, es
dinero que va directamente a las arcas del gobierno local. Esta
recaudación extra será destinada, según lo estipulado, a instalaciones
Otro
indicador destacable, y que contradice a muchos de los críticos de la
legalización, es la criminalidad. El número de delitos registrados en la
Si
bien no se trata de volcarse a un carnaval viral de legalización, casos
como el de Colorado justifican, por lo menos, que gobiernos alrededor
del mundo consideren esta ruta con programas piloto o
descriminalizaciones reguladas. Ya vamos tarde, muy tarde, pero
afortunadamente los pocos argumentos en contra de la legalización son
hoy más vulnerables que nunca.