Hoy en día, la novedad es que, estos cultivadores, no son sólo marginales o hippies encaramados en las montañas, sino personas integradas en la sociedad, agricultores, profesores, enfermeros, conductores de autobús, informáticos… El uso y consumo de la marihuana se extendieron a todas las clases sociales y el cultivo se ha popularizado hasta el punto de que se ha convertido para algunos no sólo en una pasión, un hobby, sino también en un negocio. Los lugares más insólitos se han convertido en áreas de cultivo y la hierba ya no se encuentra solamente en zonas montañosas de difícil acceso, sino también en las zonas urbanas.
Recientemente, la policía en el sur de Francia, realizando un control en una rotonda, fue alertada por un “olor extraño”; Esta rotonda era el hogar de una plantación de cannabis. En apartamentos y sótanos, en los jardines municipales o en cualquier espacio urbano… El cannabis se cultiva en todas partes. Cada año está ganando más parcelas y jardineras en Francia. Según los especialistas en la lucha contra las drogas, es en el sur de Francia, especialmente en las regiones de Midi-Pyrénées, Languedoc-Roussillon y Provenza-Alpes-Costa Azul, donde estas plantaciones son más numerosas.
Una actividad ilegal cada vez más rentable
Como afirma Nicolás, profesor de profesión: “No soy un camello, cultivo justo mi pequeño jardín para consumo, y luego el sobrante se lo vendo a mis amigos; Esto les repara, y en estos tiempos de crisis me ayuda a llegar bien a fin de mes”. Está dicho de manera clara: el ciudadano cultiva su jardín secreto con fines personales, pero además obtiene beneficios económicos de esta actividad. También lo prueba el testimonio de Benoit, artesano: “Este año tengo trabajo pero no es suficiente, y yo no fumo desde hace dos años, pero continúo cultivando; Este año quiero construir la piscina con los beneficios de mi cultivo”.
Y Marcel, cultivador desde más de quince años, añade: “Hace ya dos años que quiero dejar de plantar, pero la vida se volvió tan cara que no puedo vivir bien sin este dinero ilegal”.
Los hippies, los que viven en comunidades en las montañas pirenaicas, han profesionalizado sus actividades. Algunos, estructurados en redes mafiosas, invierten en hangares abandonados e invernaderos, otros no vacilan en formar a nuevos patrones de barco, pagándoles, por ejemplo, el permiso y un velero, con el fin de volver a importar más mercancías desde Marruecos. Algunos cultivadores afirmaron haber ido hasta Marruecos con el fin de aprender de los campesinos marroquíes del Rif, a
En Francia, la hierba y el chocolate están constantemente aumentando de precio; Como aumenta el precio del petróleo, el transporte se vuelve caro para los traficantes, a la vez que los riesgos son cada vez mayores. Sin embargo, esta actividad no conoce la crisis, al contrario, cuando el espíritu de los franceses es golpeado por el pesimismo, éstos consumen más estupefacientes. Entre 4 y 6 euros por un gramo de chocolate y entre 5 y 10 euros el gramo de hierba. En ciertas ciudades como Toulouse o Montpellier, donde reside una población importante de estudiantes, los precios por gramo de hierba pueden subir hasta 14 euros. Los revendedores se frotan las manos y no es extraño ver en los periódicos el desmantelamiento de cultivos de interior de los jóvenes habitantes de los alrededores.
Sin embargo, respecto a la ley, el pequeño cultivador francés es un camello, que puede incurrir en una condena de una duración máxima de diez años o en una multa que puede alcanzar los 7.500.000 euros. Desde la llegada al poder de un gobierno de derecha (UMP) en Francia, las sanciones no dejaron de ponerse duras sobre todo en materia de código de circulación. En el 2003, en respuesta a un accidente de carretera que causó la defunción de una niña de nueve años de edad, el ministro D. Perben decidió endurecer la ley, al mismo tiempo que se iniciaron controles aleatorios con la cannabino-prueba, una prueba obligatoria en caso de accidente corporal y con penas de dos años de prisión y 4.500 euros de multa por conducir bajo el efecto del cannabis.
Democratización del cultivo del cannabis
Michael, de treinta y cuatro años, comenta: “Sabes, en los años noventa, poca gente cultivaba semillas holandesas, internet estaba en sus balbuceos, las técnicas de cultivo y otras informaciones sobre la hierba provenían de personas que viajaban a Ámsterdam para traer semillas y traducir textos del inglés sobre los métodos de cultivo. Hoy, pasas la frontera española y en menos de una hora compras las semillas que quieres, incluso esquejes preparados para plantar”. Sin hablar de páginas de internet, donde cualquier joven con una tarjeta de crédito
Como rito iniciático, los jóvenes fuman su primer porro y cultivan su primera planta lejos de las miradas indiscretas cada vez a una edad más temprana. En cultivo exterior de guerrilla o en armario de interior, los cultivadores son cada vez más numerosos para negarse al chocolate cortado de los camellos de barrios difíciles. Michel, músico de 38 años, dice: “Trato de no comprar más en la calle, no tengo ganas de dar mi dinero a aquella gente; Cuando no tengo más hierba prefiero no fumar”. Los cultivos de hierba se democratizaron así y las técnicas se multiplicaron. Algunos, como Jérôme, prefieren plantar esquejes que comprar a un colega: “Por lo menos la calidad es garantizada, ninguna degeneración atada a las semillas mal estabilizadas, le doy 5 euros por esqueje, y con 20 plantas tengo para fumar todo el año”. Otros van ritualmente al otro lado de la frontera con el fin de extasiarse delante de los nuevos catálogos de semillas del año. José, vendedor en un “grow shop”, dice: “Antes venían para comprar sus cigarrillos y su “Ricard”. Hoy en su cesta se añaden las semillas y los abonos dedicados a la cultura de cannabis”.
Cultivo Guerrilla
Cada año, entre Marzo y Abril, cada uno despliega su estrategia en busca de un trozo de tierra cerca de un río, de un amigo que posee un jardín o de un balcón. Hasta en las zonas más áridas y de acceso más difícil, los cultivadores rebosan de ingeniosidad con el fin de conseguir una bella cosecha utilizando bolas de agua o construyendo cubas de retención de agua, por ejemplo. El clima de los Pirineos permite a los cultivadores plantar desde Marzo; algunos preparan los esquejes en armario para sacarlos a mediados de Mayo con el fin de evitar para que las plantas florezcan, y otros hacen germinar sus semillas con el fin de
Sin embargo, la agricultura de guerrilla en exterior es una práctica cada vez más arriesgada, ya que cada año los ladrones son más numerosos. Ciertos cultivadores deciden hacer guardia el último mes de la floración. Este año, un agricultor que había visto dos hombres introducirse en su plantación disparó a uno de los ladrones, hiriéndole mortalmente, y lo abandonó en el arcén de una autopista. Los robos se multiplican hasta en los cultivos de interior. Recientemente, dos personas disfrazadas y armadas visitaron a Thomas en su apartamento, le robaron toda su cosecha, es decir, más o menos 20.000 euros.
Los policías quedan siempre estupefactos por el grado de profesionalismo que demuestran estas granjas de cannabis. Parece que el autocultivo para uso personal está dejando paso a un cultivo casi industrial y organizado por los medios criminales.
Según David Weinberger, del Institut National des Hautes Études de la Sécurité et de la Justice (INHESJ): “Esta nueva variedad de marihuana made in Europa se instala definitivamente en Francia y tiende a rivalizar con la resina marroquí”. La hierba francesa es la más frecuente sobre nuestro mercado, ya que un usuario sobre dos (47,7%) estima consumir la hierba made in Francia. La hierba representa ahora el 40% del consumo francés, mientras que la resina constituía el 90% del mercado hasta la mitad de la década de los noventa.
Autor: Vincent Basset