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El Cannabis se posiciona como analgésico frente a los opiaceos

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El dolor crónico es la principal causa de por las que las personas precisan de atención médica por el gran deterioro que ocasiona en su calidad de vida.

Hasta ahora la única manera de mitigar ese dolor ha sido a través de los medicamentos derivados del opio, opiáceos, con todos los problemas derivados de su consumo, alta tolerancia, dependencia, aturdimiento, estreñimiento, depresión, y a esto añadir que a mas tolerancia menos efectos analgésicos produce con lo cual el paciente vuelve a sufrir y además depende del medicamento.

Los estudios que se están realizando, a medida que avanza la legalización terapéutica, indican que muchas personas con dolor crónico se están decantando por el uso del cannabis para combatir sus dolencias. Encuentran que aunque el cannabis no anula el dolor por completo si les permite convivir con el y además evitan los indeseados efectos secundarios.

El cannabis como los opiáceos bloquea el dolor cambiando la señalización química del sistema nervioso central, aunque lo hacen de manera diferente por lo cual ofrecen diferente grado de alivio al dolor. Una de sus diferencias es que el cannabis no solo inhibe el dolor a través de los receptores del cerebro, también lo hace en la médula espinal y en los propios tejidos corporales afectados.

Al actuar sobre los nervios y tejidos dañados es mas eficaz a la hora de aliviar la neuropatía periférica de la diabetes, esclerosis múltiple, fibromialgia, etc.

También está siendo usando con éxito en con el dolor crónico asociado al cáncer en fase avanzada. En un estudio realizado por el Clinical Research Center de la universidad de Iowa (Estados Unidos) se comprobó que en el caso de 36 pacientes terminales de cáncer que dosis de 5 a 10 mg de THC era igual de efectivo que 60 mg de codeína. Al aumentar la dosis al doble vieron que los pacientes encontraban un alivio similar a la toma de 120 mg de codeína sin padecer los efectos adversos de ésta como la incapacidad mental y sensación de sedación. La psicoactividad del THC también se puede considerar un efecto secundario adverso y algunos pacientes, sobre todo los que no habían tenido nunca contacto con esta sustancia, lo encontraron como indeseado en las primeras dosis.

Aunque en muchos casos el paciente no puede dejar del todo el uso de los opicáceos se ha comprobado que el uso conjunto aumenta su poder analgésico pudiendo reducir significativamente la dosis. Como es lógico hay una mejora en la calidad de vida del paciente al reducirse también los indeseados efectos secundarios.