La marihuana nunca ha salido de la cocina, pero en nuestros días está entrando a las más exclusivas de ella. Aquí algunas historias sobre cómo un pequeño paso legislativo puede significar un extraordinario aporte cultural
Con la legalización de la marihuana en Colorado y otros lugares de Estados Unidos el año pasado, la cultura cannábica asomó la cabeza desde la marginalidad rumbo a nuevas formas de expresión cultural. Como ocurre siempre, lo largamente reprimido vuelve en formas socialmente aceptables que construyen mercados ad hoc. En el caso de la cannabis, en forma de platillos gourmet.
Y es que pasar un porro de mano en mano no es la única forma de disfrutar los efectos tranquilizadores y expansores de la cannabis: su forma comestible, además de aportar efectos mucho más potentes sobre el
El sitio The Stoner’s Cookbook (algo así como “El libro de cocina del pacheco”) cuenta con 6 millones de usuarios activos y, desde la legalización de la cannabis, su tráfico aumentó 500%.
Matt Gray, uno de los fundadores del sitio, afirma que “en términos de comida, la cannabis será vista solamente como otra especia o hierba que puede añadirse a los platos para invocar un efecto medicinal y un sabor único”.
Pero ni siquiera en EE.UU. se verá pronto un restaurante que ofrezca abiertamente platillos preparados con cannabis: según Gray y otros expertos, la revolución cannábica tendrá lugar en las cocinas de chefs amateurs y grupos de amigos que se reúnan a cocinar con este ingrediente. La ilegalidad y los prejuicios de la cultura mainstream harán de esta una revolución lenta pero segura. Justamente como los efectos de una deliciosa galleta de cannabis con chocolate después de un