Hace una década, fumar cogollo, la
flor de la marihuana, era un privilegio que se daban solo algunos
uruguayos, los más atrevidos, los que se arriesgaban a terminar tras las
rejas por plantar cannabis. El resto de los consumidores debía
conformarse con el prensado paraguayo, una “porquería”, según los
activistas. Pero la situación cambió. Los militantes consultados
coinciden en que Uruguay tuvo este mes la cosecha de marihuana más
abundante de su historia. El país vive su primavera cannábica: pululan
cogollos y florecen los clubes de cultivo.
La
Asociación de Estudios del Cannabis de Uruguay (AECU) formó en julio
del año pasado el primer club de membresía, que ya dio dos cosechas.
Dirigentes de Proderechos también formaron su club y prueban por estas
horas los primeros frutos. Por su parte, la Federación de
Cannabicultores cuenta con cinco cultivos colectivos, sembrados en
Montevideo, Florida, Paysandú, Tacuarembó y Rivera. El presidente de la
federación, Julio Rey, dijo a El Observador que conoce al menos diez
cultivos colectivos o clubes de cannabis.
Laura
Blanco y Juan Vaz, de AECU; Camilo Collazo, de Pro Derechos; y Rey,
consideran que el aumento de cultivos es exponencial. “No tenemos una
encuesta, pero yo calculo que tiene que haber más de 50.000 cultivadores
en Uruguay, porque el año pasado calculamos unos 20.000 y creo que este
año se duplicó o creció incluso más”, dijo Blanco a El Observador.
La
marihuana se siembra en agosto o setiembre y se cosecha en abril. Este
viernes, AECU celebrará la fiesta de la cosecha en el club Barracas, en
la esquina de Vilardebó y Zapicán. A las plantaciones al aire libre o en
invernaderos se suman los cultivos in door (dentro de los hogares), que
permiten más de una cosecha al año, pero son más costosos.
Antes
de la reglamentación de la ley que regula el mercado de la marihuana,
aprobada el 10 de diciembre de 2013, los clubes plantaron sus semillas.
La ley establece que los clubes de membresía “deberán ser autorizados
por el Poder Ejecutivo de acuerdo a la legislación vigente, y en la
forma y condiciones que establecerá la reglamentación que se dicte al
respecto”.
El
club organizado por AECU “es el prototipo de los clubes de membresía”
comprendidos en la ley, dice Vaz. Tiene 45 socios y 99 plantas que
crecen in door, “por una cuestión de seguridad”, explica el activista.
El robo de plantas es un delito cada vez más extendido; la denuncia
policial del robo, un problema para el cultivador.
La
ley establece tres formas de acceder a la marihuana: el autocultivo, la
compra en farmacias y los clubes de membresía. Fuentes del gobierno
explicaron a El Observador que el decreto reglamentario que ya fue
redactado y está a estudio del presidente José Mujica establece que las
vías de acceso a la droga serán excluyentes: los usuarios deberán elegir
solo un camino. Por lo tanto, quienes integran un club no podrán
cultivar plantas en sus hogares ni comprar en farmacias. En cualquiera
de las opciones, los usuarios deberán registrarse ante el Instituto de
Regulación y Control del Cannabis (Ircca), según la ley.
Vaz,
que estuvo preso entre noviembre de 2007 a octubre de 2008 y cumplió
parte de su pena en el Comcar por plantar marihuana, considera que a
pesar de que aún no existe el Ircca, el cultivo individual o colectivo
es un camino ya permitido por la ley. “Es más productivo que los 45
socios ensayen un sistema social de producción que dejar que contribuyan
durante estos meses con el narcotráfico”, sostiene.
La
organización de los clubes varía. Mientras algunos tienen una tasa fija
de 500 pesos por mes, aproximadamente, otros que cuentan con una decena
de integrantes son más flexibles y realizan colectas y jornadas de
trabajo.
En
todos los casos, los activistas coinciden en que el club no es una boca
de drogas. Se trata, según Collazo, vocero de Pro Derechos, de “centros
de ciudadanía” donde los usuarios defienden su libertad y derechos e
intercambian conocimientos y experiencias. Rey coincide con esta visión:
“Se trata de focos de ciudadanía más que de un simple cultivo colectivo
donde pasas a buscar el faso una vez al mes y chau”.
Collazo
explica que en su caso los socios aún no han definido el nombre del
club. Las alternativas son Culc (Cultivando Libertad Uruguay Crece) o
Generación P (por paraguayo). Collazo se siente integrante de la última
generación que fumó el prensado del norte, al mismo tiempo que augura su
muerte.
La
demanda por adquirir conocimientos sobre la marihuana aumentó junto a
las plantaciones. La Federación de Cannabicultores y AECU realizan
periódicamente cursos sobre cultivo, secado y curado de plantas. Desde
diciembre, la federación realizó cinco cursos, la mayoría en el interior
del país, con un promedio de 50 participantes cada uno.
Por
su parte, AECU cuenta con una sede y una biblioteca sobre marihuana y
sus usos. El 12 de abril, AECU organizó junto a Instituto de Estudios
Legales y Sociales del Uruguay (Ielsur) la Conferencia sobre pericias
cannábicas en el Ministerio de Educación y Cultura uruguayo. La
conferencia, que contó con tres expositores, uno de ellos, Chris Conrad,
perito de la justicia californiana especializado en marihuana, estuvo
dirigida a jueces y fiscales uruguayos.
El
aumento en los cultivos estuvo acompañado por cambios en el Poder
Judicial. Desde 2011, ningún cultivador defendido por AECU fue procesado
con prisión. Sin embargo, la Policía sigue deteniendo a los
cultivadores y rompiendo sus cosechas. La última detención registrada
por AECU fue el 15 de abril en Paso de la Arena. La Policía incautó
cuatro plantas con una producción estimada en 3.500 gramos. El
cultivador había registrado en AECU la cosecha con fines medicinales.
Tras la defensa del abogado Martín Fernández, representante de la
organización, la Justicia archivó la causa.
Para
evitar las detenciones policiales, los activistas prefieren ocultar sus
plantas. El secretario general de la Junta Nacional de Drogas, Julio
Calzada, dijo a El Observador que los cambios en el sistema serán
“progresivos”, que “algunos jueces lo entenderán más que otros” y que
“todo el mundo se tiene que formar”. Por esa formación ciudadana y
judicial militan los activistas, quienes, contentos con la cosecha de
abril, comparten los frutos de su lucha