En Turquía, el cannabis que contiene THC está totalmente prohibido y la venta de éste (su tráfico) se castiga con penas de prisión de largo plazo, mientras que las personas que lleven menos de 12,5 gr de “yerba” se les obliga la asistencia a rehabilitación una vez a la semana y se les somete a pruebas obligatorios de detección de drogas durante un período de seis meses, si se trata de una primera actuación.